La guerra es el resultado de la falta de tolerancia, del poco respeto que prestamos a las personas, de la injusticia.
Otro año en China, se dice fácil sin embargo, al paso de los días me voy cansando, me desespera --a pesar de mis seis meses de tundirle al chino-- la incomunicación cotidiana, el silencio, el platicar con mi gallo de peluche, el saber que si quiero puedo estar hasta cuatro días sin diálogo.
Mis balbuceos de chino sólo dan paracinco minutos de plática. Los alumnos son mis alumnos y puedo platicar con ellos, pero son mis alumnos, no mis amigos.
Es mentira que los chinos no me gusten, me han gustado dos un alumno del posgrado de Beiway (que por cierto de vez en cuando escribe, es sobre todo inteligente, por eso me gustaba, sabía leer, le gusta la literatura y ahora que vive en mis país los tacos...no digo el nombre primero porque si se le ocurre leer esto alguna vez, me apenaré pues soy, era su profesora y claro porque más de una poeta le querá tomar sus garras).
Y el otro, ese se llama Luis, cuando lo conocí daba clases en la universidad de Xiangtan, no era un experto en la lengua española, pero era bien abusado, digamos que tenías intuición, estdió filosofía en España, lo vi sólo unas cinco veces, era bastante coqueto, saludaba de beso (nada usual en estre arisco país) y a veces su contacto físico era exesivo. Después de convencerme de aceptar este trabajo (je je je es un decir) se dió a la fuga, ahora vive como la gente normal en León, España.
Lo que si, aunque ya debería estar acostumbrada, me mantiene los nervios de punta es la incertidumbre cotidiana.
A que llamo incertitumbre: no saber tu horario de clases 15 minutos antes de comenzar a darlas, el cambio de horario como de calzones, cambios de jefe, cambios de casa, exjefes huyendo de la policía, etc. Vaya en México no somos una monedita de oro como diría mi abuelita, pero hay niveles.
El otro día platicaba con un amor, era una plática chateada medio triste, nunca es así, pero el fallecimiento de su madre y las ganas de poder abrazarlo y estar con él en una distancia inevitable me hacían un nudo en la garganta y las palabras no salían hacia el teclado. Al desviar el tema me preguntó si deseaba otro año en China, le dije que estaba quemada y me preguntó qué hiciste...
Al decir estoy quemada, estaba haciendo un uso diferente al que le damos en México: "esa chava está bien quemada" o "que quemón"; lo use un poco a la española, para decir estoy cansada o de manera más clara: estoy hasta la madre.
Qué hiciste, me preguntó, la respuesta es descansar, descansar de mi misma, del ajetreo con el que me he tomado mi vida, de la política --a pesar de mis intentos soy un ser que no puede dejar de hacer, de ver, de criticar, un ser político--, de las telarañas pasionales en las que me fui enredando. Ahora me acordé de Celso, que me decía Isolda, Isolda Dosamantes, las novelas se escriben, no se viven, o era al revés, je je.
Un año más en China, no sé me gusta, pero las tortillas y el mole de guajolote son mejores, mis mexicanos maravillosos y sobre todo extraño a mi familia. Un año más en China...no sé, no sé.