lunes, enero 29, 2007

Viajar




Hace viento, de ese que traspasa la ropa y te llena de frío. El edificio se ha quedado vacío, todos andan de viaje, mientras tanto yo nado con papeles en la mano, bebiendo un té. fumándome un cigarro viendo pasar el tiempo. Estoy en mi elemento, en ese instante en el que todo fluye, en que agradeces las llamadas de de cualquier voz, en que parece que la luz tiene más fuerza y de pronto, como si fueras una bruja, todo parece magia y con tu magia adornas a tu entorno. Sí saldré de viaje en una escoba luminosa, iré a ver las terracotas, a refugiarme en un monasterio por dos días, a seducir a los monjes que andan luciendo sus cuerpos con una sábana dorada, saldré de viaje hacia el noreste, después al sur, dónde el calor abriga.

jueves, enero 25, 2007

Delirando

El internet sigue mal, diablos, me desespera, me desespero yo misma por no poder sentarme a trabajar, tengo postergadas las cuartillas sobre la mesa, uno, dos, tres, revisaré el correo, lento, más lento que nunca y tarda en abrir, pasa una hora y los cigarrillos se me acaban y yo con el correo en una y otra cuenta sin abrir, el diplo lo miso y luego hasta word está fallando, ya es el colmo de los colmos, estoy desesperada, como si el tiempo se me viniera encima., como si los minutos fueran a desmoronarse sobre mi piel. Escribo esto pesando en subirlo al blog, debe ser aburridísimo leer a alguien que habla de que estas cosas, absurdas en si mismas, y para el otro, es como llamar por teléfono desde uno descompuesto o a un número donde sabemos nadie nos contestará.

Ayer comí pato, como saben me encanta, me encanta su textura crujiente, su sabor las salsa de ciruela con que se come, las pequeñas tortillas de harina y el sentir que me estoy comiendo un delicioso taco de pato asado o laqueado, estaba bueno, aunque hay que decirlo había un restaurante mucho más bueno del otro lado de la cuidad, donde Beiwai, y claro el restaurante de pato que está cerca de la puerta de la ciudad prohibida, en dónde hasta te dan un número del pato que te comiste, es sin duda de los mejores, me fascina toda la parafernalia alrededor del pato, el que los meseros vayan cortando parte por parte como si fuera una danza con los cuchillos, ese ir acomodando las rebanadas en forma de flor, las tortillas, la salsa los pepinos finamente cortados y la cebollita alargada finísima para el gran suceso, ayer hasta me gustó la cerveza china, sólo ago estropeaba mi deliciosa cena, un hombre enorme, grande, grande, que ocupaba la mitad de la mesa, estaba sentado a mi izquierda, era amigo de mis amigos, por lo tanto mi amígdolo, pero no, me molestaba, es tan incómodo cuando tu cena deliciosa de pato es asaltada por los otros para presentarte a un amigo de ellos interesado en ti, te pone, me puso de malas desde el principio, mesa cuadrada, me querían sentar junto a la calefacción y como niña, no, no me gusta la mesa, no quiero sentarme junto a la calefacción y muy amable el grande grande, me cedió su lugar y evité así la claustrofobia, cómo puedo estar encerrada por días en mi depa por días y sentirme apretada, ansiosa sólo de pensar que me sentaré en un rincón, luego comenzaron las viandas, llegaban una a una, una camarones, un plato de carne de res agridulce, unas cetas negras, brócoli, sazonado con un comentario, “me gustas mucho”, grande grande, gracias pero la verdad tu a mi no me gustas, es más me molesta que me echas a perder mi comida, pensé pero sólo dije un gracias tímido incómodo y en chino. de pronto llegó lo esperado el pato, durante la cena me enteré que el grande, grande, a quien ya conocía en la cena de año nuevo, apenas tenía un mes en China y que no sabía ni comer con los palillos, me dio ternura verlo trastabillar y me imaginé que mientras todos le entrábamos duro a la comida, el pobre, apenas comía y se quedaría con una inmensa hambre, me dio risa, luego al final otra vez, pero ahora por terceras personas “que dice que realmente le gustas mucho, sí uno le puede gustar a muchas personas, a mi me gusta Campos, el portero y no por ello lo hago sentir medio acosado.

Que intolerante, dirán ustedes, bastante. Si he de besar sapos al menos que parezcan príncipes…claro, a mis ojos. Por cierto he de comentarles que, aún tenía hasta hace pocos días de seguir con mi príncipe lejano, el de la tierra de la tuna, así que una noche decidí hablar con él, era una de esas noches que el frío se cuela por las ventanas y necesitas escuchar que alguien, allá del otro lado del mundo, te quiere, cual fue mi sorpresa, de pronto la platica se tornó fría y llegó la ruptura, esa que se estaba posponiendo a la distancia y se llenaba de espejismos, de remansos, de oasis, entonces fue una invasión de sentimientos, un coraje de tiempo perdido, una voluptuosa sensación de libertad y una tremenda ansiedad de no saber que hacer con ella: ¿viviré en mi pueblo cuando regresa a la patria? ¿de qué trabajaré? ¿y mi casa en el defe?, ¿esperaré a que pasen las olimpiadas? No sé, no sé, que no sé y ya deja de pensar y ponte a chambear, mira que tienes un montón de papeles sobre el escritorio, sobre la mesa, sobre tu conciencia, deja tu mail en paz y o te pones a chambear o te sales de tus cuatro paredes a ver mundo.

martes, enero 23, 2007

Me cayó el veinte

De pronto me cayó el veinte, ya me decía la Cuca en nuestros reventones de última fila cuando en SOGEM se hacía denso el ambiente y el sopor nos llevaba al sueño o a nuestros reventones de última fila, sí siempre la fila de los poetas, no faltaba Araceli, mejor conocida como la Rara que comenzaba a tocar fuera de clase con su clarinete, maravillosa música y poeta de palabras rotunda y fuertes, , allá en un rincón que separaba el aula de los baños se instalaba la música y poco a poco La Cuca, Gabriel Julieta iban desapareciendo hacia el rincón de la música, de la fiesta. Como siempre he sido medio distraída, en algunas ocasiones ni cuanta me daba del revén y cuando llegaba. había carcajadas reprimidas, estábamos en clase, de las que por supuesto me quería enterar, alguna veces me contaban el chisme, que sí una de las Barbies, así les llamábamos a dos compañeras que eran verdaderamente unas Barbies, no sé qué, o cualquier otro chisme provocador de risa, como el tan conocido chiste de tutifruti o a saber qué, que tenía no sé quién en la cabeza, en fin me enteraba y compartía la risa, pero alguna vez, cuando no me dijeron el chisme me puse seria, con esa cara de nariz al suelo que uno no puede evitar cuando algo, cualquier cosa le desagrada, entonces, mi bien amiga Cuca declaró en voz alta “La Isolda ya se sintió”, es una séntida, en ese momento no vislumbraba lo que ahora y la verdad de esas palabras, por supuesto me enojé aún más y debido a mi delirio de persecución, pensé que hablaban seguramente de mí, más allá de si hablaban de mí o no, esas palabras regresan hoy a mi, efectivamente soy bastante vulnerable a las sensaciones, todos los somos, pero cuando veo mi reflejo en otras personas pienso, que Jarrito de Amoxoc, ¡qué barbaridad! Y todo esto porque hoy recibí una llamada de la secretaria, maestra en media hora tiene que traer las calificaciones y, yo estaba muy feliz en mi casa con mi pijama de bolitas, sabía que las calificaciones se entregaban hasta el viernes, las tenía listas, pero esos no son modos, en media hora, no tiempo para bañarme, peinarme, ponerme bella, y así sin por favor, sin explicación como si fuera un robot y no tuviera vida, me molesté y como siempre que me enojo por minucias de autoridad, me encapriché y llamé para decir que las entregaba mañana, pero me quedé pensando ya un buen rato en mis caprichos y reacciones y sí, tengo mucho de jarrito, creo que todos tenemos mucho de jarritos.

lunes, enero 22, 2007

Pues sí, es mejor decir...

¡Salud! Ojala que esa nos dure más de un brindis, que los amigos, esos que continúan junto a nosotros en el recuerdo, en su presencia, en ese lugarcito donde guardamos las emociones sigan enseñándonos la importancia de la generosidad y que a pesar de esos tropiezos de mi narración anterior, sea más fuerte la parte amable de uno y el olvido, ojala exista una goma que borre, como borra un chocolate la ansiedad, esas marcas de rencor que regresan a inundarnos. Hablando de inundaciones, ayer soñé que mi casa era de agua, que era de agua que se iba derritiendo lentamente y comenzaba a flotar en medio de mi cama, flotaba en un deleite de caricias y rumores de olas que crecían lentamente hasta tocar la orilla de las sábanas y comenzaban a mojarme, de pronto, dentro del sueño me di cuenta que me estaba viendo dormida, que podía acercarme a verme dormir, escuchar mi respiración agitada por el placer de la humedad que me rodeaba, podía ver como surgía una gota de sudor en mi frente, como los poros se abrían y cerraban como si fueran pequeñas flores del desierto, en ese momento, al ver la gota de sudor y la casa hecha agua y las cosas convirtiéndose en agua y mi humedad, un pequeño escalofrío recorrió mis muslos y desperté sobresaltada, con una sed inmensa.

sábado, enero 20, 2007

Cosas de la memoria

A veces la memoria nos juega travesuras, un sólo acontecimiento, una palabra, el aroma de un perfume, una canción es capaz de hacernos regresar En Busca del tiempo perdido como a Proust: las magdalenas. Entonces uno regresa, a veces, a los sueños traspapelados, a los montes de infancia, a cabalgar en el pueblo y otras a las cárceles que se han ido creando en la piel y los recuerdos. He perdido tantos amigos en el camino. Algunos ya no están para tomarlos de la mano como Aimeé de quien tuve que despedirme en una misa, o Carlos Vázquez Flores a quien soñé el día de su entierro y del que me persigue una herencia de libros que no me he atrevido a recoger, o Severino Salazar que se fue a contar sus historias a otra parte mientras yo andaba la muralla, la lista comienza a hacerse larga. Pero no quiero hablar de mis muertos sino de esas sensaciones que no te abandonan a pesar del tiempo y las distancias, por ejemplo no tener la fuerza de decirle a ese “primer amor” que lo quería, que sí que lo amaba y me dolía su adiós, su irse de pronto y sin respuestas, quizá por eso, cuando hay alguien cerca, cuando me toma desprevenida ese andar volando entre las flores, no guardo silencio ante esos vértigos caracol y sus alcachofas rondando las caderas y el viento que huele diferente cuando llega el amor, no, desde esa época no guardo silencio, aunque lo que haga es despertar el fin de una posible relación, lo que uno vive se hace costra en la piel, se te mete en la sangre, regresa. Así como tampoco regalo tarjetas de amor de sangrons, desde que vi en el basurero unas que regalé a los 16, mejor, cuestan rete caras. Y otra sensación que no me deja es esa de perder a los amigos por trabajo, no han faltado las envidias, todos las hemos padecido, no hay nada nuevo en está página, o como diría don Rubén Bonifaz, De otro modo lo mismo. Y hay otros, aquellos a los que les echas la mano y de pronto se pierden, a más de uno le conseguí trabajo cuando pude, muchos de ellos ni las gracias, y hay algunos que me duelen como Lidia que fue hasta mi comadre de “niño Dios”, porque sépanlo alguna vez tuve ilusiones y me emocionaban esas tradiciones gracias a mi abuela, esa historia es ya añeja como la de una revista en donde tenía que perseguir a los colaboradores, al corrector de estilo, a la diseñadora, hasta que una tarde me di cuenta que, ese proyecto lo que estaba haciendo era alejarme de mis cuates, de mi banda cuchitrilera, y, ja, como siempre esa parte noble y que a veces aborrezco de mi yo, boté el proyecto e intenté salvar las amistades, de todas maneras sólo están las que debían estar, lo demás eran espejismos, espejismos como me he llevado muchos a la cuesta. Y me pasó también con otra amiga a la que recomendé para un premio o una beca o una lectura en el extranjero, lo que sea, nunca supe más de ella y a veces, cuando estás tan tranquila, con tus alumnos chinos, con tus clases de yoga, con tu soledad a veces no deseada pero tuya, cuando está a punto de concentrarte en tu trabajo y no pensar en nada sólo en eso que has escrito y quieres ver con nuevos ojos, un mail, una llamada te regresa a tu lugar de origen y te despierta, y ya no sabes cual es tu verdadera percepción de las cosas y si realmente te importa, pero descubres entre líneas una cuchillada, de aquellos a alo que alguna vez diste la mano y, lo curios, no te pone triste, entonces vas , “a tientas” diría Gorostiza, te pones la armadura y desenvainas tu espada, antes de salir te miras al espejo y no puedes contener una carcajada de ti mismo.

La tarde

Hace días que moro el sol, parece se escondió y eso me hace estar amarillenta, encerrada entre mis libros y comiendo, aunque usted no lo crea, quesadillas.

domingo, enero 14, 2007

Arrigo Cohen, Alejando Rendón y Luis, in memorian

Ha comenzado el 2007, tenía la intención de escribir todos los días en el blog, de comenzar una nueva época en la que sólo hablaría de China desde diversos puntos de vista, opinaría sobre la maravilla de la piratería, pues me permite acceder a la música y al cine sin muchos gastos, quería hablar del yoga y del budismo, o de las tiendas repletas de gente y los mercados, del sastre y la comida, pero el 2007 me rebasa, por un lado debido al temblor de Taiwán hace unas semanas estoy, estamos incomunicados, Internet es una lata, no abren los correos, no entro a blogger, y lo peor estudio un diplomado en línea y tampoco tengo acceso a sus páginas, un desastre, un día acudí al diplomado y traté de enviar todas mis tareas, algunas sin problema y en otras me tardé horas en poderlas mandar unas más fueron imposibles, y otra vez, nada. Hoy, 14 de enero, espero poder subir al blog mi comentario que en lugar de hablar de la vida que inicia con un nuevo año, será un homenaje póstumo a los que se han ido adelantando, primero me enteré del fallecimiento de Luis Martignon, aún trepó a su olvidado blog algún texto a finales del 2006, lo conocí borracho e un antro de salsa en pleno corazón de la Ciudad de México, incluso bailamos un poco, luego tomó la costumbre de ir a mi cantina, “El lobo estepario”, mejor conocida como la Cucaracha y sentarse con sus amigos en una mesa de enfrente, uno de esos días me mandó una rosa, había una mujer muy guapa en mi mesa y todos supusimos que era para ella, sí, mi ego andaba por los suelos, al darse cuenta él del equívoco, se acerco y le quitó la flor a la susodicha y me la entregó a mí con su teléfono y unos versos apuntados en una servilleta, dejé de verlo, al paso de los meses conocí a Felipe Posadas, Luis era su vecino y bebíamos de vez en cuando en su casa, en esa época yo traía una larga cruda de meses roneros y bebía un poco temerosa mi apreciado Apleton, a veces la borrachera comenzaba a nublarse, Luis se ponía o demasiado cachondo intentando seducirme al fin o un poco violento, sus novias no se olvidaban de él, lo llamaban, lo buscaban, creo que lo amaban, pero en sus ojos vivía una tristeza extrema, incalculable. Le gustaba la sangre, cuando no se pelaba, se cortaba, creo que intencionalmente, cuando lo conocí las cosas le iban bien, tenía trabajo y andaba movido, luego, como sabemos entre el alcohol y el desempleo de nuestro país, se quedó sin chamba y tuvo que ir vendiendo sus cosas, su coche, sus libros, algunos de sus amigos se alejaron, no sé si porque ya no le sacaban ni la cena o porque simplemente no podían seguirle el ritmo alcohólico, el buen Luis, fue a mi fiesta de despedida cuando venía por primera vez a China, me caía bien su tono de voz, su juego de ser locutor durante horas, me gustaba su onda under, chelera rocanrolera, coincidíamos en Sabina, en Arellano, en Meza, en la poesía, pues era un buen lector, la soledad, “maldita soledad”, diría el buen meza se lo fue llevando, un día se quedó sin poder pagar el departamento y sus dudas, salió entonces casi huyendo de Fresno en Santa María la Rivera, dicen que se refugio en los brazos de una mujer allá por la Roma, la última vez que lo tope fue en el Covadonga cuando festejábamos la expo de los grabados de Felipe, estaba delgado, flaco demacrado, acababa de salir de una hepatitis, dicen que hace unos días lo atropellaron, se fueron con el sus sueños de un nuevo planeta.

Se van muriendo los amigos y nos quedan us voces, sus imágenes dando vueltas en la memoria.

Aún recuerdo la tarde en que conocí a Alejandro Rendón, estaba nerviosa, era la entrevista para ser parte de la Escuela de escritores, su mirada fija en mis ojos que brillaban entre el temor y el sueño de ser parte de esa escuela, de esas butacas que parecía de cine, de esas vigas con olor a viejo, Alejando me miraba y me daba confianza con su cabello amarrado a una coleta, después cuando me admitieron sus clases de dramaturgia que eran también de gastronomía, de la vida, fue él quien me dio mi primera beca literaria, Bacalar y de alguna manera también por esa beca el primer libro Bacalar Sueño de Agua que publiqué en Quintana Roo junto con Victoria Santillana gracias a Ramón Ivan Suárez Kaamal, luego recuero su alegría al verlo y su siempre andar nervioso y fumando entre clase y clase, entre generación y generación, un gran maestro y un gran amigo a quien despido y homenajeo con estas líneas. En esa época de estudiante también pude conocer a otro hombres maravillosos que se han ido podo a poco José Antonio Alcaráz que provocó mi primera lectura en público, Unsaín que era un genio de las relaciones públicas y sin duda un excelente sonetista a Chagoya, entre otros que han ido abandonando la escuela de escritores y dejado sus espacios vacíos y claro en estos días me enteré también del deceso de un profesor, que como bien dice Villegas en un texto de Milenio, insustituible, Arrigo Cohen , de quien aún guardo sus apuntes, pues cada clse era una cátedra que iluminaba. Descansen en Paz nuestros amigos.