domingo, enero 14, 2007

Arrigo Cohen, Alejando Rendón y Luis, in memorian

Ha comenzado el 2007, tenía la intención de escribir todos los días en el blog, de comenzar una nueva época en la que sólo hablaría de China desde diversos puntos de vista, opinaría sobre la maravilla de la piratería, pues me permite acceder a la música y al cine sin muchos gastos, quería hablar del yoga y del budismo, o de las tiendas repletas de gente y los mercados, del sastre y la comida, pero el 2007 me rebasa, por un lado debido al temblor de Taiwán hace unas semanas estoy, estamos incomunicados, Internet es una lata, no abren los correos, no entro a blogger, y lo peor estudio un diplomado en línea y tampoco tengo acceso a sus páginas, un desastre, un día acudí al diplomado y traté de enviar todas mis tareas, algunas sin problema y en otras me tardé horas en poderlas mandar unas más fueron imposibles, y otra vez, nada. Hoy, 14 de enero, espero poder subir al blog mi comentario que en lugar de hablar de la vida que inicia con un nuevo año, será un homenaje póstumo a los que se han ido adelantando, primero me enteré del fallecimiento de Luis Martignon, aún trepó a su olvidado blog algún texto a finales del 2006, lo conocí borracho e un antro de salsa en pleno corazón de la Ciudad de México, incluso bailamos un poco, luego tomó la costumbre de ir a mi cantina, “El lobo estepario”, mejor conocida como la Cucaracha y sentarse con sus amigos en una mesa de enfrente, uno de esos días me mandó una rosa, había una mujer muy guapa en mi mesa y todos supusimos que era para ella, sí, mi ego andaba por los suelos, al darse cuenta él del equívoco, se acerco y le quitó la flor a la susodicha y me la entregó a mí con su teléfono y unos versos apuntados en una servilleta, dejé de verlo, al paso de los meses conocí a Felipe Posadas, Luis era su vecino y bebíamos de vez en cuando en su casa, en esa época yo traía una larga cruda de meses roneros y bebía un poco temerosa mi apreciado Apleton, a veces la borrachera comenzaba a nublarse, Luis se ponía o demasiado cachondo intentando seducirme al fin o un poco violento, sus novias no se olvidaban de él, lo llamaban, lo buscaban, creo que lo amaban, pero en sus ojos vivía una tristeza extrema, incalculable. Le gustaba la sangre, cuando no se pelaba, se cortaba, creo que intencionalmente, cuando lo conocí las cosas le iban bien, tenía trabajo y andaba movido, luego, como sabemos entre el alcohol y el desempleo de nuestro país, se quedó sin chamba y tuvo que ir vendiendo sus cosas, su coche, sus libros, algunos de sus amigos se alejaron, no sé si porque ya no le sacaban ni la cena o porque simplemente no podían seguirle el ritmo alcohólico, el buen Luis, fue a mi fiesta de despedida cuando venía por primera vez a China, me caía bien su tono de voz, su juego de ser locutor durante horas, me gustaba su onda under, chelera rocanrolera, coincidíamos en Sabina, en Arellano, en Meza, en la poesía, pues era un buen lector, la soledad, “maldita soledad”, diría el buen meza se lo fue llevando, un día se quedó sin poder pagar el departamento y sus dudas, salió entonces casi huyendo de Fresno en Santa María la Rivera, dicen que se refugio en los brazos de una mujer allá por la Roma, la última vez que lo tope fue en el Covadonga cuando festejábamos la expo de los grabados de Felipe, estaba delgado, flaco demacrado, acababa de salir de una hepatitis, dicen que hace unos días lo atropellaron, se fueron con el sus sueños de un nuevo planeta.

Se van muriendo los amigos y nos quedan us voces, sus imágenes dando vueltas en la memoria.

Aún recuerdo la tarde en que conocí a Alejandro Rendón, estaba nerviosa, era la entrevista para ser parte de la Escuela de escritores, su mirada fija en mis ojos que brillaban entre el temor y el sueño de ser parte de esa escuela, de esas butacas que parecía de cine, de esas vigas con olor a viejo, Alejando me miraba y me daba confianza con su cabello amarrado a una coleta, después cuando me admitieron sus clases de dramaturgia que eran también de gastronomía, de la vida, fue él quien me dio mi primera beca literaria, Bacalar y de alguna manera también por esa beca el primer libro Bacalar Sueño de Agua que publiqué en Quintana Roo junto con Victoria Santillana gracias a Ramón Ivan Suárez Kaamal, luego recuero su alegría al verlo y su siempre andar nervioso y fumando entre clase y clase, entre generación y generación, un gran maestro y un gran amigo a quien despido y homenajeo con estas líneas. En esa época de estudiante también pude conocer a otro hombres maravillosos que se han ido podo a poco José Antonio Alcaráz que provocó mi primera lectura en público, Unsaín que era un genio de las relaciones públicas y sin duda un excelente sonetista a Chagoya, entre otros que han ido abandonando la escuela de escritores y dejado sus espacios vacíos y claro en estos días me enteré también del deceso de un profesor, que como bien dice Villegas en un texto de Milenio, insustituible, Arrigo Cohen , de quien aún guardo sus apuntes, pues cada clse era una cátedra que iluminaba. Descansen en Paz nuestros amigos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

así es, amiga.
Y a la vez que perduren sus pasos por este mundo y aquello que nos dejaron

CARLOS ARTURO GAMBOA dijo...

Hola isolda, vengo a corresponder tu visita a mi último psot del 2006, gracias por la visita y encuentro interesante tu blog
Nos leemos
Saludos

Anónimo dijo...

tus lectores te extrañamos, amiga

Anónimo dijo...

Hola Isolda:
Soy Adriana, soy una de las eternas enamoradas de Luis, te conoci una noche en Santa Maria la Rivera, nos hicimos amigas de tragos o algo asi, tal ves ni te acuerdes de mi, necesito hablar de el, Luis es de esas cosas que me pasaron y que no tengo con quien hlablar de el, ni siquiera con su hijo, por razones que son dificiles de explicar, ojala puedas contactarme

mujer_de_ciudad@hotmail.com