Ayer el auditorio de la Biblioteca y Archivos Nacionales de Ottawa se llenó de aplausos ante la fenomenal participación musical de la gran pianista Toshiko Akiyoshi. El público emocionado aplaudía cada una de las interpretaciones, casi saltaba de la silla cuando esta gran mujer, pionera en triunfar como instrumentista en el mundo del Jazz, entraba con sus poderosas manos al piano mientas la batería estaba en su clímax y el bajo acompañaba la lluvia de notas musicales.
El concierto de Toshiko, quien en 1949 se decidió a tocar Jazz, comenzó a las 4:30 como estaba anunciado, hora inglesa absolutamente y algunos, seguramente ingleses salieron en cuanto estaba anunciado el fin del concierto, la mayoría, seguramente de culturas más latinas, nos quedamos a disfrutar de las últimas canciones pues estaba acordado que el concierto era de 50 minutos y se extendió media hora más, cuando se tocó la última canción los educados canadienses abandonaron la sala en menos de 3 o 5 minutos y yo me quede ahí, desconcertada a punto de gritar, la otra, la otra con la adrenalina exaltada por la música.
Esperé hasta que salieron dos de los jazzistas que acompañaban al trío que lleva el nombre de la pianista japonesa. Les dije gracias con las manos extendidas, gracias en inglés, pero quería abrazarlos y pedirles autógrafos y esperar a la pianista y platicar con ella, me había llenado el alma con sus interpretaciones, me había llevado a pasear con mis emociones. Quería decirle a esta mujer que me hubiera gustado escucharla en el Club Ginza, o en Boston o en alguno de sus más famosos conciertos al lado de su cuarteto Akiyoshi- Mariano, quería decirle que admiro su entrega y disciplina a su arte, que sé que está en el Salón de la fama del jazz, que el Emperador japonés le otorgó la medalla Shijuhohsho en 1997, quería decirle simplemente gracias.
Luego del concierto Katsumi y yo aún exaltados y felices caminamos un poco, fumamos un cigarrillo y esperamos nuestro camión, a las siete sería en mi casa El Taller Experimental del Ottawais. Llegaron los poetas y narradores leímos corregimos comentamos, platicamos, bebimos vino y comimos botanas. Luego se fueron a sus casas y junto con Katsumi preparé la cena, una cena rápida que calmara el hambre, claro hablamos de la lluvia que nos mojó un poco después del concierto y de las manos maravillosas de la pianista.
Ya me habían dicho de la gran fama de Akiyoshi en Japón, de la importancia de su mano izquierda que puede hacer sonidos de bajo mientas la derecha improvisa o toca algunas notas jazzistícas, recuerdo como saltaba del banco y su fuerza expresiva, saltaba y saltaba emocionada, parece que la estoy viendo utilizar la rodilla y dar un golpe al piso que se hizo parte de la composición. Por ello he buscado un video que les comparto: