Después de Hong Kong, una noche en Bejing mientras caminaba con mis maletas rumbo al hotel Zhaolong, me encontrá a José, Jose sin acento prefiere que le digan, compañero de hotel encierro en Xiangtan, amigao amable que siempre tuvo una sonrisa conmigo, intercambiamos teléfonos y más tarde bebimos una cerveza jutos y felices, hablamos de sus primer años de inenieria en chino, de mi nivel de chino, de los amigos comunes, de Javi y su hermano Reggie, de las noches solitarias de Xiangtan, de la universidad de que es un buen lugar para el estudio, de pronto le llamaron sus cuates par ir al antro, se fue, como yo anfaba retepaurada con mis pendientes aproveché para descansar, al día siguiente fui al sastre, luego busque una tienda de unos palntalones y no hubo tienda ya era de otro dueño, no hubo ni teneda ni, marca de los mimos pantalones por todos los puestos cercanos, fu al banco y le pague a mi sastre, fui a la uni hice intercambio de cosas en las maletas y saque la maleta de QingHai, luego intente irme a mi facial y srpresa, estaba lleno y debia esperarme más de una hora, por poco lo hago pero no, pues sonó el teléfono para ir a comer pato con Jorge Fernández Granados y Claudia Posadas y por supuesto con mis grandes amigos Edgardo Bermejo y Pilar, que han sido maravillosos conmigo en mi estancia en China y de no conocerlos de nada, se han hecho de esos amigos entrañables por su amabilidad y sobre todo su buena onda. En fin que fuimos por un dlicioso pato laquedao, horneado, asado, que como saben los entreados de este blog, es mi plato predilecto, y pues fuimos a uno de esos restaurantes especiales en los que te dan el número de pato que te comiste. Fu un placer el reencuentor y la plática con los colegas poetas y mientras esto sucedía el pequeño Sebastián exploraba las mesas, el restaurante y un pequeño estrado y sus bamabalinas.