miércoles, agosto 12, 2009

De Hokaido a Tokio

Un largo y feliz viaje.
Una cantina personal Ihojin: El extranjero.
Una cerveza despues de las aguastermales de Hakodate.
Y el amor que sigue floreciendo como un cerezo en flor.

Va la crónica:


Día 5, 6 y 7 de agosto:

El día del viaje a Japón amanecí tranquila, las maletas estaban en orden y por primera vez en muchos años iba a comenzar un viaje organizado por otra persona y acompañada, así que me desperté con emoción y ligereza, luego de bañarme y vestirme para ir cómoda en el viaje (un pantalón de yoga y una placer, una chamarra contra el viento y un reboso por aquello de los aires acondicionados del avión), bajamos las maletas y pedí un taxi en francés, estaba feliz por haber podido solicitar el taxi sin problema, así que llegamos a aeropuerto de Ottawa con mi sonrisa instalada y sin problemas, sin problemas también pasamos las aduanas del aeropuerto Narita de Japón . Llegamos a las tres de la tarde, cambiamos dólares por yenes, fuimos al baño donde me cambié la playera y continuamos la travesía.
Tomamos un tren rápido rumbo a Ueno, pedimos un vagón de fumadores, estaba lleno y el humo invadía todos los rincones del tren, deseé que eso no estuviera sucediendo, me molestaba el humo y el calor, estaba cansada e incómoda, pero feliz, así que encendí un cigarrillo e hice lo que todos pronto olvidé el humo de los otros y me concentre en los paisajes de enormes bambúes de más 15 metros y los árboles enormes que se mezclaban con ellos, el cielo estaba azul, de un azul casi amarillo y a lo lejos se veían casas de dos aguas, casas cuadradas y pequeñas, casas modernas; de pronto aparecieron los edificios y los letreros enormes anunciando cámaras y televisiones, ropa de moda y calcetines.
Llegamos a la estación de Ueno directo, a la salida de la estación que une a los trenes JR, y el metro, Katsumi se detuvo a mirar un mapa, decidimos caminar rumbo a la segunda opción de hospedaje, teníamos que dormir ahí porque al otro día yo tenía que hacer trámites administrativos en la embajada de Canadá, por aquello del nuevo visado a los mexicanos, gracias a los muchos mexicanos que han mentido en su busca de mejores condiciones de vida, pidiendo refugio en Canadá, arguyendo desde golpizas matrimoniales, hasta persecuciones, gracias sobre todo a la incapacidad de nuestro gobierno de ofrecer a los mexicanos una seguridad económica, social, etc; en su propio país y a su incapacidad de mantener la estabilidad en las relaciones diplomáticas con Canadá. Regreso, tenía que hacer ese trámite y perder un día de viaje, así que nos instalamos en un hotelito estilo japonés cerca de la estación de Ueno, a la entrada del hotel de dejaban los zapatos, el piso en la habitación era de tatami y tenía en una de las esquinas una mesa con todo listo para prepararse un té, Katusmi lo preparó, bebimos y descansamos un poco del viaje, para mi todo era novedoso, desde ir al baño, pues la taza tenía una tabla de botoncitos para programar diversos baños do con bidet, era además emocionante estar tomando té sobre una mesa japonesa con porcelanas y en el suelo, como un sueño ese cuartito japonés, luego salimos a llamar por teléfono y cenar, caminamos esas calles de Ueno con cientos de restaurantitos, tiendas, edificios de juegos electrónicos, maquinitas mejor dicho, tienditas de discos y películas, de algas, comida seca, regalos, ropa y al fin, después de andar un rato se nos antojó comer en un rueda-rueda de Sushi, al centro había un chef y una banda giratoria llena de platitos diferentes, sushi de salmón, de atún, de camarones, de otros pescados, de caviar, cada paltito que comías lo acumulabas y ya ah y otra cosa el té era en polvo echabas una microcucharada en una taza y agua caliente, listo para beber. Cenamos pues y llego la hora de dormir.

Al otro día mandamos las maletas a Hokaido con una compañía de paquetería con un logotipo de gatos, fuimos a lo de la visa, no hubo problema en la embajada, llevaba todos los documentos solicitados y en orden, lo que si fue sorprendente es ver a muchos mexicanos haciendo trámites para lo mismo pues regresaban de estancias en otros países con boletos aéreos que pasaban por Canadá, los pobres habían perdido su vuelo, estaban sin dinero y haciendo trámites varados en un país tan caro como lo es Japón, y me dio un poco de coraje, un mucho de impotencia.
Salimos de la embajada y caminamos por las calles de esa zona que es una de las más elegantes y por supuesto caras de Tokio, luego nos metimos a tomar un café, a desayunar algo. Me sorprendió el lugar, era una cafetería normal, con mesas pequeñas y un menú básico de tentempiés, el café era barato, bueno comparado con los precios de éste en China, en fin era barato y los japoneses bebían café y fumaban muy a gusto leyendo el periódico, un libro o platicando con sus amigos, lo disfruté, luego salimos rumbo al metro y a la estación del tren bala, después de seis horas en tren llegamos finalmente a Onuma, Hokaido, tomamos un taxi rumbo a la casa del primo de Katsumi, rumbo a un templo Budista, el primo de Katsumi es monje, Katsumi viene de una familia de antiguos Samuráis que después de entregar el poder al emperador se convirtieron en monjes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

iuuuuuuuuuuuuuuuuu!