viernes, septiembre 25, 2009

Vida cotidiana: qué será, que será

Arreglo floral de mi cafetería favorita en Japón. Foto:ID

Qué será, qué será... Así comenzaba una canción que se me viene de pronto a la memoria, una canción de incertidumbre amorosa, diría mi amigo Nacho que su hija decía ante situaciones nuevas !Vaya incertidumbre! y lo repito entre la ternura que me provocaba la frase y el asombro de que lo dijera una pequeña de cinco o seis años. Y es que hoy es de esos días que todo va rápido sin que te des cuenta, que todo es novedoso y con diferentes niveles de adrenalina.
He de comenzar diciendo que esta semana terminé muy cansada, por un lado di mis clases, quince horas frente a grupo y como los que saben de estas cosas hay que prepararse para las dudas de los estudiantes de segundas lenguas pues siempre te salen con dudas que a veces ni uno se había hecho, y además tuve que escribir las notas de las actividades de mi trabajo, tres meses de los eventos más relevantes y que bueno, porque si fuera de todo lo que se hace pues ya se imaginarán hubiera sido incontable, en fin después de escribirlas revisarlas y revisarlas, porque no es lo mismo escribir en el blog como un divertimento a escribir mis poemas, a intentar un cuento y mucho menos a hacer un texto informativo. Además colaboré en la organización de una conferencia, que por cierto estuvo muy buena.
Como les decía, ayer estaba realmente muerta y por más que me metí a la cama temprano, para mi temprano es a la una de la mañana, no pude y pues regresaba a jugar con el famoso face, que es bueno para muchas cosas, pero sobre todo para perder el tiempo.En algún momento de la noche me dormí, claro puse el despertador, pero que creen, algo pasó que no sonó nunca, cuando desperté y vi la hora en el teléfono decía que eran las 3 y media, no lo podía creer, había dormido más de doce horas seguidas, vaya me levanté asustada, me di una ducha y mientras tanto pensaba que escusa daría en mi trabajo, me daba realmente vergüenza. Entonces me vestí y de pronto, vi otro reloj, con tiempo diferente, eran las nueve, las nueve, estaba retasada pero en media hora llegaría al trabajo y seguramente sería, como siempre la primera en llegar, porque he de decirles que los viernes mis compañeros llegan siempre alrededor de las diez o más, pero eso sí a la hora de la salida son bien canadienses, a la una de los viernes ya no hay nadie el escuela, a veces yo me voy una y media, porque ese día estudio francés en Ottawa. En fin me salve por un pelo de guajolote pinto y no llegué tarde.

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