jueves, febrero 04, 2010

Mis zapatitos japoneses

Hay una historia de una señora, la señora de los zapatitos blancos, pero en este momento me duele un poco la panza y no quiero reírme mucho, además de lo que les quiero hablar no es de la señora zapatitos sino de mis zapatos o más bien de mis sandalias japonesas.

Sucede que cuando andaba en Japón pensando en qué les llevaría a mis papás de regalo, mientras veía los desorbitados precios de las cosas en Japón y compraba algunos dulces y pequeñas cosas para compartir con los míos, como una bolsita, a mi papá se le ocurrió pedirme que le comprara unas chanclas, unas chanclitas para andar en casa y claro de de esas había montones y de muchos precios, así que de pronto decidí comprar chanclas para toda la familia, encontré unas chiquititas para las sobrinas, unas para la abuelita, para los papás y mis hermanas, y claro para Katsumi y para mí, pero sucede que a mi papá no le quedó ninguna y que las otras se fueron desapareciendo en el camino de los obsequiados. En fin que si me logré quedar con unas de color rosa, y de pronto un día desaparecieron, no las encontraba pero hoy que llegó la mudanza llegaron con ella y la verdad que rico poder andar con ellas en casa.


Llegaron todas las cajas, llegó el comedor y los libros y los papeles y Katsumi enloqueció con tanta cosa, acomodó las cajas, descubrió las sillas ensambló la mesa, quitó la mesa redonda, la hizo mesita de centro, en fin que reordenamos los muebles, tiramos los trastes viejos e hicimos espacio para la nuevo, ah como cuesta tirar, aunque sean platos despostillados y amarillentos, aunque sean ollas abuelita y precisamente por eso, de pronto me era imposible tirarlas, pero al fin logramos hacer unos pequeños cambios y cada día voy rehaciendo mi vida en la ciudad; me falta, eso sí, ponerme trucha con las fechas y los días pero es que la verdad me da mucho sueño y me da por dormir horas y horas a deshoras...
Llegó también cuna caja con mi doble, je je.

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