lunes, abril 26, 2010

La obstinada vocación del cuentista

un atrículo de René Avilés Fabila que enconté en el diario y quiero compartir con ustedes.




25-Abr-2010

Un buen cuento puede ser alcanzado con relativa facilidad, sólo es necesario pulirlo hasta obtener algo notable.
Se dice que el cuento es el género más difícil. Algunos críticos han señalado que William Faulkner se consideraba a sí mismo un cuentista frustrado o un autor que al menos sabía valorar al relato breve y algo parecido se cuenta en relación al novelista Ernest Hemingway, tan necesitado de grandes espacios para contar sus historias. No deja de ser interesante que ambos hayan logrado la perfección con relatos cortos. El segundo con El viejo y el mar, el primero con Miss Zhilphia Gant. Pero quizá sea necesario ir por partes. Un buen cuento puede ser alcanzado con relativa facilidad, sólo es necesario pulirlo una y otra vez hasta obtener algo notable. Lo realmente complejo es integrar un volumen de cuentos de sostenida calidad. El gran libro de historias breves tiene que estar conformado por siete, nueve o doce muy buenas historias enmarcadas cada una por una excelente estructura y una atmósfera semejante. De tal forma, Borges escribió Historia universal de la infamia, Torri De fusilamientos, Arreola Confabulario, Rulfo El llano en llamas y Cortázar Bestiario. He aquí lo realmente difícil: crear un libro de cuentos. Mientras que en la novela, el género rey para muchos, se tiene un puñado de personajes y una historia, acaso dos o tres, en el tomo de cuentos hay diez o trece historias y una estructura para cada una de ellas. Es necesario conservar elementos que unan las historias, aires y ambientaciones, temas y tratamientos. De otro modo, no estamos en presencia de un gran cuentista. Es un escritor que se ha limitado a poner cuentos de diferentes subgéneros. En cambio, el que ha sabido trabajar con rigor y vocación, logra que haya unidad en sus relatos. Tal es el gran escritor, el cuentista verdadero.
Continua en http://www.exonline.com.mx/diario/editorial/932252

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