jueves, abril 15, 2010

Lecturas y aventuras

Ayer me toco leer en la feria del libro de Azcapotzaco, a decir verdad y aunque estudié en la UAM Azcapotzalco la especialidad, no había recorrido para nada los jardines que se encuentran frente a la delegación y cuál fue mi sorpresa cuando encontré un hermoso jardín lleno de rosas, color precisamente rosa, ellas florecían alegres mientras mi mente vagaba entre sus aromas y un narrador ex rockero metálico daba lectura a una de esas novelas d ficción, que no estaba mal del todo pero que con ese sonsonete típico de los narradores, claro no hablo de escritores superdotados que además de escribir maravillosamente, leen que son un prodigio, si no de la generalidad, que mata sus textos. Estaba contemplando las rosas y esperando a que se terminara su primer capítulo de diez páginas a renglón cerrado y con letra seguramente de 8 puntos cuando vi a alguien a punto de dormirse, me puse un poco nerviosa y no pude evitar jugar un poco con las hojas que llevaba en la mano, leí un poema de L a ciudad coma lentamente y tratando de no seguir las letras, como poniendo cara de concentrada absoluta y absorta por la narración que iba en que ella o él, porque al parecer era un bisexual, más que bisexual era un extraterrestre y se lo confesaba a su amante, quien como es de esperarse, ante cualquiera de las dos cosas reaccionó con la naturalidad del S. XXI. Pero la fatalidad del día no terminó ahí, sucede que en épocas similares los extremos se tocan y las personas piensan lo mismo en la distancia, así que yo estoy trabajando lo ismo exactamente de tema de tesis que otra persona, a la cual por supuesto, detesto y aunque no son muchas mis antipatías por la gente, esta personita me resulta completamente antipática. Y trabajando lo mismo, que horror. La noche claro llegó con su mal humor, primero un narrador que lee de más, se come el tiempo de la presentación y aburre al público y luego un colega antipático que decide copiarme un proyecto y en este caso no pasó como con las Conversaciones con Mainor., alguien supo de ellas, las leyó y decidió hacer sus propias cartas, sino que esta vez no hubo contacto, la distancia y las épocas nos llevan a pensar lo mismo en el mismo espacio terrestre y en la misma época. Lo que no sé es si cambiar de tema o aventarme el torito.



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