Foto: MBGP
Los andamios de la casa en que habito crujen en cada paso, por eso camino escurriéndome: gato nocturno traicionero. Siempre el rechinar de las tablas me avisa la presencia de alguien, sé cuando es mi padre, mi hermano y sobrino, sé los pasos del hombre que besa mi cuerpo y conozco las pisadas del perro que no deja de ladrarle, sé que sonido de hoy es diferente, que no hay nadie, sólo unos pasos fantasmas que me asechan y me hacen recordar el río en que vagué con las estrellas. Los andamios de la casa tienen miedo, no reconocen las pisadas tenues de los muertos.
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