jueves, abril 12, 2007

Gonzalo Escarpa


Primero fue el puerto de Santamaría, Rafael, su espíritu albertiano que bañó la isla los reunió en el centro de un castillo en ruinas, entre poemas y magia nació una amistad, el punto en común la poesía, con los años, casi cuatro años después el destino nos volvió a reunir en Pekín, en una de las noches en que cenábamos y bebíamos cerveza, Gonzalo emocionado llamaba a suseditores, su libro salía, estaba calientito y él, tenía la emoción atrapada en los ojos, quería gritar y de su piel surgía un vapor que lo inundaba todo de su alegría, esto sucedió hace unos meses y desde ese momento me han llegado invitaciones para ir a cada una de las lecturas, pero así como el destino nos ha reunido, también nos mantiene lejecitos, así que, imposible por el momento ir a sus lecturas, sin embrago decidí compartirles uan foto del libro y una especie de reseña comentarioque haces sobre el libro Carmen Camacho:

Definir es cenizar, decía Lezama Lima. Al igual que sucede con la poesía de Aníbal Núñez –a quien, por cierto, tanta belleza debe algún que otro verso de Escarpa-, catalogar los poemas de Fatiga de Materiales en una corriente o rumbo, incluirlos en una tendencia, buscarles una escuela y matricularlos, en suma, acotar, dejaría fuera bastantes posibilidades reales del libro. De todos modos, algunas cosas concretas sí pueden decirse de este poemario: que el autor se toma el juego en serio, como propuesta vital y hasta ética y por supuesto poética: “Puedes, si es lo que quieres, parler, Welt,/ mais never try to listen muy esatto:/ el Sprache non servit para nada/ porque es un carnavale di parole” (p.15). Tan en serio como se toma el dolor o la dulzura. Que hace ritmo y con eso dice verdad: “Ata la trenza atrás, para que atrape/ los cuerpos tercos. Deja que la nuca/ trepe a través del ábside que truca/ la luz que atravesada luz arrape”(p. 87). Que el poema visual o el quitarse el sombrero ante Francisco Pino puede ser casi tan brutal como descubrir las múltiples posibilidades de unos versos medidos, de los acentos encajados, del poema prieto. La poesía de Fatiga de Materiales tiene que ver con los andares, con la trayectoria vital de Gonzalo Escarpa. No obstante, este libro se aleja de planteamientos yoístas, no es un diario de un poeta sino que se enristra más bien por la vía de la indagación, por lo que el autor, a lo largo de su existencia, ha ido desaprendiendo. Desde este sanísimo punto de partida, “Yo no comprendo nada. No por eso/me rindo. Una cuestión/ de técnica, sin más” –dice el primer poema del libro-, Escarpa mete los dedos en la rendija que hay entre la realidad y el lenguaje para luego revolcarse en las palabras; más tarde se va consigo, después abre y guiña un ojo poético. Y así hasta intentar proclamar la belleza.
Carmen Camacho

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