jueves, marzo 29, 2007

escapadas

Ayer fue el cumpleaños de Tato, un amigo músico muy alegre que anda deambulando por los bares de Pekín, más que deambulando anda de tocada en tocada y trabajando y haciendo música, la reunión fue en un restaurante que se encuentra en la puerta oeste del parque de Chaoyang, nos invitaron una sangría y unos bocadillos y claro como es de suponer la banda mexicana, hizo que apagara sus velitas al ritmo de las clásicas mañanitas, había personas muy buena onda y me sacó un poco de la rutina cotidiana, lo que se agradece. La plática giró en torno a lo bien que uno puede estar en China, lo libre que se siente y las comodidades que este país ofrece en este momento al mundo extranjeril que lo visita o lo vive y por supuesto a la difícil situación que pasa México y a la posibilidad de volver o no y en que condiciones, porque la gente se plantea de entrada el llegar al desempleo al subempleo, y claro si China te ofrece mejores oportunidades, no sólo en el ámbito laboral, sino en el descubrimiento diario de una cultura que te sorprende siempre. Basta salir al supermercado y si eres atrevido puedes experimentar con los productos chinos, con la gran variedad de comida que no has robado, como los huevos milenarios que se venden frescos o en bolsita como botana, o el pato completo al vacío, o cello de pato con especies, o queso de soya seca con chile, siempre una variedad y sabores que descubrir o redescubrir, bueno hasta las papas fritas tienen sabores diferentes, las hay hasta con sabor a pepino, o por ejemplo el domingo salí a caminar por un rumbo diferente y me encontré con un maravilloso lugar de masajes antiguo, se caía de viejo, pero con esas ganas de salir de la rutina sin tardar horas en atravesar la ciudad, o simplemente de conocer nuevas cosas, pues me atreví a entrar y a darme un masaje, los masajes en china siempre son buenos, pues cual fue mi sorpresa, de pronto ante mis ojos más de 60 sillones de masaje de pies, casi lleno, un montón de chinos con los pies en una cubeta de agua aromática, un montón de masajistas trabajando y a mi me condujeron a un cuartito, con la clásica cama de masaje, pero con las sábanas y toallas, si bien limpias, que se deshacían de viejas, en fin que el masaje estuvo muy bien me encanta que te metan las manos entre el cabello y te friten el cuero cabelludo y luego como que te lo jalen , o la sensación que te produce cuando te masajean los brazos y luego las manos y parece que te detienen la sangre y luego sientes un cosquilleo, como regresa a su lugar cotidiano, sientes el correr de la vida entre tus dedos, la temperatura de tu sangre por un instante. El masaje estuvo bien pero lo mejor era el lugar, uno de esos pocos espacios viejos que quedan en Beijing y que están por desaparecer. La mayoría de los clientes eran hombres, pero al salir me tranquilicé al ver a una mujer a la que le daban un masaje de pies, ya les platicaré más de este maravilloso lugar pues he de regresar a hacer unas fotos, en fin la plática giro en la reunión de Tato en torno a nuestros descubrimientos o redescubrimientos de China, a la crítica de la televisión mexicana con sus salvedades milimétricas de canales culturales, a si Salma sólo esta buena y no, no tienen fuerza actoral o si está de mojada en los unaites, giro un poco alrededor del temor que nos produce México, cómo una familia se puede plantear regresar si su hijo en China puede salir a la calle sin problemas, si se desarrolla bien y feliz, si tiene asegurado el pan, la escuela, y la seguridad pública, a dónde vivir ¿en la ciudad de México? En medio de asaltos y la vida agitada, o el estudiante que sabe que aquí tiene una enorme oportunidad de no sólo aprender la cultura sino de trabajar después como traductor o intérprete, interrogante muchas, claridad nebulosa, ventanas hacia México, muy pocas.

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