lunes, diciembre 04, 2006

Blancos en venta I

Blancos en venta I
(noveleta por entregas)
Tu sonrisa sólo me ha confirmado lo que ese hombre me dijo, en aquella época comenzaba mis primeros años de universidad, hija de una familia de clase media, mi educación sexual era nula y atendía a las buenas costumbres de la época: primer novio después de los 15 años, sexo sólo cuando un cura los bendiga, pero la realidad era diferente a lo que planteaba mi madre y mi grupo de compañeras scouts, la realidad era que en los rincones de mi preparatoria los novios se amaban sin poner límites a sus cuerpos jugosos y jadeantes que rebosaban no sólo la belleza natural de un cuerpo joven, sino un sinfín de hormonas girando alrededor de ellos, algunas chicas contaban ante el morbo y curiosidad de otras, historias amorosas que ahora me dan risa, la mayoría éramos tan inocentes como yo, no sabíamos nada ni del sexo y mucho menos de la vida, otras chicas, que guardaban silencio y no contaban sus amores reales, quedaron embarazadas y no se supo más de ellas, matrimonios fugaces o bien avenidos, según el amor y la tolerancia de cada una, mientras esto sucedía en mi prepa, en los scouts, se vivía a través de la hipocresía, fue en sus filas la primera vez que me tocaron, era una tormenta enorme en el lago Chapala, el agua parecía venírsenos encima, las olas alcanzaron los seis metros, los alacranes picaban a algunos compañeros, los que no sabían nadar lloraban en la histeria y había quienes rezaban anunciando el fin del mundo; tuvimos que protegernos en los altos muros de una ex fortaleza de adobe que amenazaba con caerse encima de nosotros, alguien, nuca supe quién, metió sus manos entre mis muslos, el cuerpo es cuerpo y somos animales, aún siento vergüenza de contarlo, me excité. En medio de ese torbellino de pasiones ocultas, me inicié en la universidad con la idea de casarme algún día en la iglesia del pueblo, de casarme con un buen hombre. Después lo conocí, era un joven apuesto, aunque mi sexto sentido hizo que lo dejara plantado pues me fui a un desfile de modas clasemediero, curiosamente mi padre, fue por mí, pues en casa me esperaban unos amigos, incluido él. Es curioso como suceden las cosas, mis padres nunca me dieron permiso de ir a bailar a discotecas y esa noche, tenía permiso y todo, fui, otra vez mi sexto sentido funcionó cuando el muchacho, llamado Gerardo, me habló mal de una excompañera de la primaria, ella había tenido una infancia difícil, vox populi era que su madre las había abandonado y gracias a la sabiduría de una monja a la que llamábamos sister, le tomé un gran aprecio a esa familia, entonces, como incipiente feminista, salí en la defensa de mi amiga y él se me hizo un tipo despreciable, con el tiempo supe que lo era.

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