domingo, febrero 11, 2007

Boleto cariñoso


Pingyao se ha convertido e un destino turístico y como tal todo cuesta dinero, la comida en casi todos lados no baja de los 10 yuanes, carísimo, da lo mismo comer en un restaurancito que en una fonda, además está lleno de tiendas para turistas, compra, venta, venda, compre, y los museos tienen un costo total de 120 yuanes, la verdad como que me dolía el codo, podría haber bastado con camiar las calles, beber un té y disfrutar del ambiente que llenaba la tarde de magia, de ganas de tomar la pluma, sí sigo siendo uan irremediable romántica, había decidido no gastar semejante cantidad, pero me topaba en seco, sobre todo cuando quise entrar al templo de Confucio, es que los templos de Confucio se me hacen un poco especiales, son iguales a los de buda, pero la diferencia es que Confucio no es un hombre que nació con la idea religiosa de la concepción de la magia, sino un gran pensador de Oriente, de China que se ha convertido en una especie de guia espiritual y de gobierno en algunas disnastías, en fin me los gasté, no vaió mucho la pena, pues todo está muy descuidado y sucio, pareciera que no hya personas que cuiden nada, un museo nacional de fotografía sin exposiciones que te muevan, o con pocas fotografías, descuidado, todo bastante descuidado, de todas maneras, que tal si no regreso, estuvo bien, le prendí unos inciensos a Confucio y eso cusó un gran gusto a los monjes que estaban por ahí. Luego en otro de los museitos, pequeños, me encontré ahora sí, con unos monjes en meditación y rezo, estaba una cortina y entre, pues me querían corres, más bien me corrieron, estaban enopjados, pero yo que iba a saber que detras de una cortiina de una casa museo abandonada, sucia había algo de verdad, uno de ellos meditaba sonriente e incluso me preguntó que de dónde era y el más joven, al descubrí haciendo ejercicios frente a Shakyamuni, me coría y me corría, hice unas reverencias a Buda, tres como se acostumbra uy me fuí, sin antes pre guntar por qué me corría, pues bueno me sacó, casi a patadas y luego me arremedó: por qué, porqué y claro me dijo La wai, que no es una grcería sino una manera despectiva de referirse a los extranjeros.
Foto: Pingyao, templo taoista, SIDC.

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