lunes, febrero 19, 2007

Fiesta de la pirmavera en Biejing


Ayer, 18 de febrero llegó la fiesta, llegó como decía lleno de fuegos artificiales que iluminaban el cielo y espantaban a los demonios o malos espíritus, ayer se tenía que alejar a esos demonios que me los imagino como los espíritus que albergan los tenebrosos templos taoístas, cuando pasamos por sus cámaras o niveles de errores humanos. Ayer habría que comer yautzis, pasta de trigo rellena ya sea de una combinación de cerdo con verduras, de zanahorias con borrego, de verduras en sí mismas, de verduras con huevo, en fin hay gran variedad pues hasta de camarones los encuentras, pero ayer era muy importante que los comiera, claro esta es una tradición china y como al país que fueres… Pero sucede que estaba metida en mi diplomado, y no tenía ganas de distraerme mucho, así que decidí no moverme muy lejos en busca de los dichosos yautzis y decidí ir a un restaurante cercano, es más tan cercano que está exactamente debajo de mi edificio, claro que como desde mi ventana se ve pues me aseguré antes de que estaba abierto, salí pues de casa, en busca de esas delicias, que además me ahorraban el trabajo de cocinar y sobre todo de lavar trastes. Pedí de comer carne de res al estilo Sichuan, que lleva chile, ajonjolí y perejil, lo que por supuesto me recuerda a mi tierra. Eran las seis de la tarde cuando empezaron a llegar mis platos, y con ellos la gente en familia a las mesas y los apartados del restaurante, mientras comía me divertía viéndolos brindar y emborracharse entre brindis y brindis de hasta el fondo, Gam bei, se dice, y otro y otro, de pronto estaba satisfecha, había comido de más y me sentía un poco globo, pedí la cuenta y que me pusieran la comida que sobraba para llevar, estaba en eso cuando de pronto apareció David, un cuate español que había conocido los primeros días de mi llegada a China, fue una grata sorpresa, llegó con una familia de chinos diplomáticos que habían estado en misiones en todos los países de habla hispana, así que me invitaron a su mesa y lo que yo había calculado una hora para cenar, fracasó, de tanta tertulia, llegué a casa a las 12 de la noche y ya no me sentía como un globo, era un globo.

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