martes, noviembre 21, 2006

Religiosidad Chinesca II: El nacimiento de Sakyamuni



El nacimiento de Sakyamuni


Una hermosa mujer, reina de un paraje en el oriente dormía, entre sus sueños sintió como un elefante de seis colmillos entraba en su vientre, entraba con sus seis paramitas, sus seis colmillos, sus seis perfecciones, así fue como entre sueños la reina quedó embarazada y dio a luz al príncipe heredero del país Kapilasthu en antigua India.

Cuando nació Sakyamuni, dio siete pasos hacia los siete puntos cardinales y a cada paso. como por arte de magia nacía una flor de loto que iluminaba el paisaje de la tarde, siete lotos, siete flores sagradas del budismo,no, no era normal en un bebé, sin embargo había sido engendrado por un elefante de sesis colmillos y no sólo caminaba, además hablaba, mientras esto sucedía seres celestes cantaban e interpretaban música.


Se cuenta que cuando Sakyamuni era un niño realizó cuatro paseos y en ellos vio, a la gente que arrastrada por la fuerza de sus actos derivados de sus deseos, de su ignorancia de sus pasiones, hacia actos y recibia el efecto de sus actos, después de visitar la ciudad por cada una de sus partes amuralladas, Sakyamuni abandonó la corte y su familia, se convirtió en asceta, vivó de las limosnas, practicó el ayuno y no usó ropa de príncipe, parecía un limosnero. Durante seis años, hizo estas prácticas de automortificación, imitando a los ascetas.

En aquella época había 96 escuelas religiosas y Sakyamuni, estudió´y aprendió de los grandes maestros de la época, después dudó de sus prácticas bajo un árbol de Bodhi donde cayó en una profunda meditación, recordó entonces sus existencias pasadas, observó como un grupo de viajeros hambrientos miraban suicidarse a un elefante para alimentarlos, descubrió la verdad y casi moría en el ascetismo cuando dos pastoras le dieron de beber leche y de comer mijo, entonces se dio un baño y sí, se iluminó.
Así, entre elfantes y lotos nació el niño que a los 35 años e convirtió en un santo que nunca moriría, Buda, el despierto, el iluminado.

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