lunes, julio 18, 2005

El tren

El tren


No había tren directo a Xiangtan, así que, con un poco de temor me arriesgué a ir a una ciudad y ahí comprar el boleto, si bajarme del tren, pues muchas personas iban a esa ciudad, en fin que entre alegatos y las risas de los chinos logré el boleto, tres maletas me acompañaban, en dos la ropa de invierno, en otra unos libros y ropa para tres días, por lo que, parecía santaclous, o señora con canastas. Las primeras horas me tocaron en la cama dura de abajo, bastante cómoda digamos, pero después, cuando llegamos a la ciudad donde me tenía que cambiar de lugar, todo se nublo, subieron muchísimas personas, niños con sus mamás y más gente con sus maletas. Un señor al tratar de subir una caja pesadísima para acomodarla en el guarda equipajes, que se se se le resbala y me cayó en la cara, me dolió un chingo, y me dieron muchas ganas de llorar, como una niña, pero me aguante, no sé porqué, quizá por no llamar más la atención, para empezar ya la llamo pues soy occidental, y luego con el golpazo y la gente a mi alrededor queriendo tocarme o sobarme y yo diciéndoles que no me tocaran y el pendejo al que se le resbaló también queriendo ayudar, en fin que me aguate y en eso, cuando me fui del lugar a consolarme en el pasillo con un cigarro, que llega la revisora y que me vende la otra parte del boleto y me cambian de vagón, y ya se imaginaran con la cara entre que se me hinchaba y me dolía, con ganas de llorar y para colmo que me tocaba en el tercer piso de las literas, es decir donde apenas quepo pues de la cama al techo hay como medio metro y esta rete estrecha, ya estaba como se acostumbra en china, mentantado madres a todos, pero respiré profundo y la sonrisa de una chinita de abajo y su esposo, los dos amables me bajaron el nivel de adrenalina y pues después de un rato apagaron la luz y como pude me acomodé en ni cama estrecha del tercer piso.

Isolda Dosamantes

A cuatro días de estar en Xiangtan.

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