viernes, julio 08, 2005

Y después qué

A Miguel Ángel
No, no voy a hablar de Gloria Trevi, ni de la receta de rompope, ni de la maceta rota por culpa de un niño travieso, ni de las gorditas de mandarina, ni de tres chismosos a los que les pusieron "los pichis".

Pero ahora que recuerdo a la Trevi, una vez aparecieron en Sogem dos Diplomas de ella pegado en el tablero de anuncios, uno para el maestro Unsaín y otro para el Alejandro, nunca se supo quién fue aunque muchos sospecharon de Santajuliana y Chávez, eran bromistas, dicen, pero nunca se comprobó nada Ricardo andaba en el otro lado y Celso acababa de regresar de Canadá, así que todos nos moríamos de risa pues la cantante en esa época se ponía a decir que quería ser presidenta y no nos imaginábamos a nuestros maestros como socios del club treviniano. Luego vino todo lo de la cárcel y los chimes televisivos que todos hemos visto, aún sin querer, en fin hasta ahí la historia de la muchacha que llenaba los conciertos y los gallos de provincia.

Les iba a contar sobre los pichis, de verdad eran unos chismosos, eran los primeros en enterarse de todo, si llegaba el gas, si a la tia la habían robado, si uno de los primos tenía novio o novia, se metian hasta con las cosas del tio de venezuela, hurgaban entre sus libros que teníasn varias lenguas desconocidad, era un misterio para ellos descubrir los paisajes en libros de viaje, ver las fotografías de mujeres hermosas, de barcos, planos de casas y edificios, pero lo qque más les fascinaba era el mapa de un barco, se imaginaban en él y se subian a una escalera para descubrir nuevos mundos en su barco imaginario, hasta que de tanto alboroto los descubría el abuelo, le decían Dady, los descubría Dady y les inventaba juegos menos peligrosos, para distraerlos se los llevaba a todos que eran como trece a comprar helados a la tienda de la esquina y luego les enseñaba francés o les contaba las historias de su infancia en la tienda de raya o en la merced, o los trágicos eventos de la revolución; cuando de plano no podía con el relajo de los nietos se llevaba a los grandes al cine y dejaba a los pequeños con la abuelita.

De los pichis es más travieso se llamaba Miguel.

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