jueves, julio 21, 2005

Xiangtan


Mis primeros días en esta ciudad universitaria.
El primer día comí delicioso, fui a una clase de Thai Chi, me presentaron con mis nuevos jefes que me cayeron muy bien y uno de mis colegas de trabajo, después del ajetreo del tren un buen día se agradece, cené con una de mis alumnas y su familia en un restaurante sencillo, la comida era deliciosa, huevo con chile verde, carne con chile, verduras sazonadas con chile, una especie de calabaza transparente en sopa, pollo con verduras sazonado con picante, una verdura amarga que no me gusto, un plato de hongos y arroz. El arroz blanco, solo cocido sustituye al pan o a la tortilla, se acostumbra comerlo al final, aunque muchos chinos y yo lo combinamos con los platillos. Regrese al hotel de la universidad, donde me hospedo mientras acondicionan mi departamento, como a las 11 de la noche, cansadísima por el viaje del tren y todo el día de un lado a otro.

Cuando me disponía a dormir, vi con horror que había muchos mosquitos, unos insectos con patas y dos moscas panteoneras (esas negras enormes), así que como es de esperarse intente matarlas, o sacarlas pero al abrir la ventana, entraron más en estampida, ahora palomas de san Juan, una abeja y dos mayates, ni siquiera me podía intentar dormir por el ruido que entre todos provocaban y por el miedo que me daban los piquetes de moscos y el terror a la abeja, salí del cuarto en busca de ayuda, estoy en el tercer piso y el corredor estaba vacío, baje al segundo y al primero, no había nadie, regrese para ver lo que podía hacer, eran cientos de moscos en la esquina de una pared, trate de ignorarlos y me puse a intentar leer, de inmediato me pico uno y otro, así que después de matar a algunos con lo que encontré a la mano salí decidida a encontrar algo, creo que he contado lo del dedeté, pues eche mucho, casi me asfixio, hasta que al fin murieron, ahora el espanto era doble, todos habían caído sobre las camas ?alguien podría dormir en un cementerio de insectos? Fatigada comenzó una seudolimpieza e intente dormirme, lo logre depuse de ver como llegaba el roció del amanecer sobre las hojas de un abeto enorme que va más allá del tercer piso, vi con emoción esa maravillosa naturaleza que daba a mi ventana, el verde multiverde de la vegetación, entendí entonces el porqué de los insectos, y de las ventanas cerradas hasta la humedad más asfixiante. Estoy entre cerros, entre el agua, a la orilla de montes me dije y me dormí.



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