Sí, ha llegado el otoño, las calles empiezan a dejar a tras su barullo del verano, las mesas en la calle ya son pocas, las chamarras comienzan a verse por doquier, el viento que aún no es frío cala por entre la espalda y las rodillas, los árboles comienzan a dejar su verdor por hojas amarillas. Hay un vació que empieza por llegar y abre puerta a la nostalgia. Al beso de la noche que lleva hacia la carne.
2 comentarios:
qué envidia!
chamarras aquí se ven sólo en las tiendas de ropa.
Ya quiero que llegue ese friíto precisamente para estrenar mi supuesto saco ruso. Bueno, así lo bauticé yo a un abrigo recién comprado, de color verde olica y de botones cruzados y solapas.
tan rico el frío.
Sí, los abrigos rusos se usan mucho por acá aunque aún el frío no es tan fuerte.
Publicar un comentario