sábado, noviembre 25, 2006

Ayo allá, yo acá


Llegó un día, con su sonrisa enorme, traía la unos trastes y la cena, arroz y pata de puerco en una deliciosa salsa de jitomate, comimos en silencio, con las manos que parecían hablar de la de la distancia, me dijo que se iba, que iba de viaje por negocios. Nos fuimos a bailar, parecíamos dos enamorados, lo estábamos, sus manos no soltaban mi cintura y de de pronto nos sumíamos en el beso, uno detrás de otro anunciando la partida. Antes de que el sol despuntara nos despedimos, me trajo a mi departamento y se fue. Semanas después regresó un poco cambiado, no llamaba con la premura de los meses pasados, me invitó a cenar y me pidió vivir juntos, quería casarse, le dije que necesitábamos más tiempo, que no estaba segura, que no era tan sencillo, volvió a irse de viaje por negocios, es la fecha que no sé de qué son sus negocios, sé que dejan dinero pues le gustaba invitarme a lugares bastante caros en Beijing, supe que regresó, no me ha llamado en semanas, también supe que ahora vive con una china.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

don´t worry, Isolda... pinche negro ese!
qué racismo ni que 8 cuartos!... ¿qué no?

alhaber gatos... hay ratones

alavergalospastoresseacabólanavidad
¿no crées?

Isolda Dosamantes dijo...

La piel, su color, nada tienen que ver, pero sí, de pronto me cansan los hombres.