miércoles, septiembre 27, 2006



Por la mañana del domingo, me tocó hacer cajas de libros y de ropa, ropa de invierno que no tardará en llegar, será seguramente después de la noche de la luna y de la fiesta nacional, empezaran los vientos a calar y uno a ponerse paulatinamente los suéteres, luego las chamarras, mallas y sombreros. Fueron tres cajas de libros, pesadas pesadísimas casi cien kilos y otras tres maletas, creo que soy como un ratón que todo lo acumula. La mamá de Meimei me decía cosas en chino, me desesperaba no entender, estaba a punto de ponerme de malas cuando nos fuimos a comer, y quien se va aponer de malas ante la maravillosa comida picante de Hunan, carne de puerco con rajitas, pescaditos rebosados y con sabor picante, sopa de hongos, pollo con chile rojo, calabaza en salsa agridulce, una especie de lechuga frita, una serpiente de agua y para la mexicana… ¡agua de maíz!
Después de comer vino el martirio, casi dos horas para lograr que las cosas se fueran en el mismo tren que yo, y eso que, Buda es grande, los papás de Meimei, me ayudaron a cargar y al embalaje. Luego la despedida, Meimei se iba a Xiiangtan, y su mamá y una amiga de su mamá me acompañaron al tren, hasta mi cama dura, y estuvieron allí un rato hasta pocos minutos antes de partir mi tren hacia Beijing. En Beijijng, después de, ahora si de dieciséis horas, la desesperación de ir por mis cajas y cargarlas, o ver quien las cargaba y cuanto me iban a cobrar y todo eso hasta la casa, no me salió tan caro, aunque si fue un trámite burocrático que me costó como cinco horas. Al fin llegué a mi departamento, aventé las cajas, y me di un baño, quería ir a yoga pero no pude, a nadar pero no lo hice, lo que sí hice es reabrir el libro de Mainor González Calvo, le debo una reseña desde hace como un año, y es que lo leí en Xiangtan y me metió aún más en el mundo oscuro de las preguntas de los abismos.

Estaba en esas de revisar mi mail cuando recibí la invitación de Edgardo a escuchar una charla de un viejo maestro mexicano que daba clases de español pero en 1963, antes de la Revolución Cultural y en plena época de Mao, pensé en ir o no ir, por eso de los prejuicios y las historias de dolor en el pueblo, que no se olvidan, pero decidí ir y valió la pena, ya había escuchado su fama de gran conversador y lo és. Elva Macias, su esposa y poeta mexicana, leyo algunos poemas que se basaban en su experiencia en China, en sus percepciones de 19 años en oriente, Eraclio Zepeda, dio una charla sensacional, su ex colega el profesor Dong Yangzheng, estaba feliz, bueno él siempre tiene un humor increíble, era un anecdotario andante, los callejones, los mercados, la ciudad amurallada, la primera nevada, Sheng Li también estaba contenta, ella había sido alumna de estos mexicanos que son parte del antecedente del hispanismo en China, con la variante mexicana y el profesor Liu, el Gordo Liu, como le dicen estaba encantado con al plática. Luego Beiwai nos invitó a comer, Liu, como buen conocedor de la cocina china, recomendó los platos, todo un experto, la gente comió placidamente, no enumeraré el menú porque era demasiado variado, baste decir que estuvo delicioso.
Me encantó conocer a Eraclio en estas tierras, a la mirada dulce de su esposa, he de decir que ya los conocía, a ella en Oaxaca en un encuentro de los poetas del mundo latino y a él en la ciudad de México, también en un encuentro de éste tipo, curiosamente a los dos me los presentó marco Antonio Campos, a quien hace mucho que no veo pero que quiero muchísimo.
Foto 1: de izquierda a derecha: amiga de la mamá de Meimei, la mamá de Meimei y yo, SIDC.
Foto 2: La comida de Hunan.

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