sábado, septiembre 30, 2006

Prosas antropófagas de Mainor González Calvo



Prosas antropófagas de Mainor González Calvo
Isolda Dosamantes

Escritor costarricense nacido en la década de los setentas, melómano por naturaleza, de carácter amable, entregado a las letras primero como estudiante y actualmente como catedrático, buen bebedor de cerveza y guaro, fue miembro alguna vez del Taller Francisco Zúñiga en San José y buen cliente de la cantina El Morazán, amigo entrañable que me ha mantenido al tanto de sus publicaciones, su primer libro Calvarios y catarsis data de 1997, unos meses antes de que lo conociera en un encuentro de poetas en San José, recuerdo que era un libro en que la sencillez salía a la vista, en el que uno se mezclaba con su ya desde entonces voz poética, actualmente radica en Guanacaste donde es profesor de la Universidad de Costa Rica, eso espero, debería más bien decir que a principios de este año radicaba ahí y que desde allá me envió su libro Prosas antropófagas, a la ciudad de Mao, Xiangtan. He de confesar, que el día que me llegó el libro era primero de enero, fue mi navidad y mis reyes magos, así como me llegó me sumergí en el libro, lo disfruté por su ironía y la dureza de sus poemas hacían buen juego con la desesperanza que me provocó ese invierno, con la soledad misma. Supe entonces que era un libro que debía reseñar, de releer con otra mirada no tan cercana al dolor.
El título del libro define a su contenido, pareciera que Mainor decidió realizar una especie de estudio antropológico de las obsesiones humanas, la alquimia, el que escribe, la mujer, lo cotidiano, nos habla de la existencia del hombre en este siglo, de su desesperación. Prosas antropófagas es un libro irreverente, que apuesta una forma y una voz, un posición ante el mundo, una preocupación del mundo, González Calvo hurga a través de sus prosas poéticas en los resquicios del abismo, el abismo de la mirada, de las uñas, hurga en el vació del hombre que ha olvidado su humanidad. Un libro con fuerza en las ideas, a veces la prosas parecieran pequeños ensayos a la manera de Julio Torri, sin embargo Mainor no es tan concentrado como Torri, Mainor trabaja con las emociones y el ritmo, la mayoría de sus poemas son acumulativos, siempre hay algo más, una frase que avanza hasta el fina, un juego con las palabras para provocar eso, eso que logra, una especie de abismo en el lector, un querer ir por un guaro a la cantina, una incertidumbre. A continuación pongo dos poemas del libro, como una invitación a su lectura, si bien irreverente y provocadora también fascinante mente estremecedora.

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